Los basurales urbanos se multiplican exponencialmente en Resistencia, producto del colapso del sistema de recolección de residuos.
Todos los días surgen “minibasurales” que rápidamente se extienden hasta consolidarse como verdaderos sumideros.
En su discurso de asunción el intendente Roy Nikisch llamó a los vecinos a sacar sus bolsas de residuos en los días y horarios habituales, prometiendo normalizar el servicio de recolección a partir del 12 de diciembre pasado, el primer día hábil de su gestión.
Sin embargo, 4 meses después la solución para el problema de la basura en la capital parece estar cada vez más lejos.
En la zona sur la situación es cada vez más preocupante, con basurales abiertos prácticamente en todas las cuadras, y montañas de restos vegetales que esperan ser recolectados y terminan incinerados periódicamente.
Los vecinos aseguran que el recolector “pasea” a modo de promoción del servicio, recogiendo sólo algunas bolsas cada 3 o 4 cuadras.
Los más extensos, de cientos de metros, están a la vera de la avenida Castelli, entre las avenidas Arribálzaga y España; en ambas márgenes del canal Soberanía, en la avenida Soberanía Nacional; y en la avenida Arribálzaga, desde la avenida Edison hacia el sur.
En este último, la basura obstaculiza el tránsito, por un lado, y por el otro cae al canal de desagüe, lo que en días de lluvia genera complicaciones extras, como la obturación del desagote de esa parte de la ciudad y aumentando no sólo el riesgo para el ambiente sino también para la salud de la población.
Como síntesis del inminente desastre ambiental, desde hace varios días un caballo muerto se descompone en medio de la basura, sin que se tomaran medidas al respecto. El característico olor nauseabundo de la osamenta se ventila varias cuadras a la redonda.
El animal tiene signos de haber sido utilizado para traccionar un carro. Justamente la tracción a sangre está prohibida en Resistencia, pero los carros reaparecieron como alternativa ante las deficiencias del servicio de recolección municipal.