Por Darío Zarco |
El kirchnerismo lleva 7 años rezando que “Macri nombró jueces de la Corte por decreto, violando la Constitución”. En alusión al decreto con el que en el inicio de su presidencia pretendió instaurar en comisión a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como ministros de la Corte Suprema de Justicia.
Buscaba cubrir las vacantes dejadas por Eugenio Zaffaroni un año antes, y Carlos Fayt que acababa de renunciar.
Lo hizo apelando al inciso 19 del artículo 99 de la Constitución Nacional que faculta al Presidente de la Nación a cubrir provisoriamente los empleos vacantes que requieran acuerdo del Senado durante su receso.
Pero la reacción de la oposición que lo acusó de arrogarse una competencia del Congreso frustró el decreto y no hubo nombramientos.
Para enmendar la situación, Macri envió los pliegos al Senado y el kirchnerismo, con abrumadora mayoría y holgado quórum propio los votó a 2 manos, cumpliéndole el deseo.
Rosenkrantz sumó 58 votos: entre ellos, 28 kirchneristas, 8 de la UCR y 6 del PRO; y Rosatti 60, 29 kirchneristas, 9 de la UCR y 6 del PRO.
De acuerdo al manual militante, con este contundente score que excedió los 2 tercios requeridos, Rosenkrantz y Rosatti deberían ser considerados jueces kirchneristas hechos y derechos.
Ahora Capitanich repudia esa consagración y llama “cómplices” a sus partidarios que dieron el ok, entre ellos los ahora gobernadores de Santiago del Estero: Gerardo Zamora, y de Santa Fe: Omar Perotti, más el actual jefe del Frente de Todos en el Senado: José Mayans, peso pesado del team Gildo Insfrán, gobernador de Formosa.
Pero, en castellano, cómplice es quien colabora en la comisión de un delito, por lo que la apreciación de Capitanich es equivocada: el kirnerismo no fue cómplice sino autor de la designación, el padre de las criaturas que hoy quiere sacrificar por fallar en contra.
Los otros 2 jueces también deberían llamarse “del palo”: Horacio Maqueda fue designado por Eduardo Duhalde en 2002, durante el gobierno que Capitanich integró como jefe de Gabinete. Y Ricardo Lorenzetti por Néstor Kirchner en 2004.
Para completar, Rosatti, el repudiado presidente de la Corte, fue funcionario del gobierno del mismísimo Néstor.
Paradójicamente, con la energía que los nombró, ahora quiere destituirlos. Pero, al parecer, esta vez no dan los números.
Capitanich tiró su idea superadora: incumplir los fallos adversos, pero no cuajó. Faltó complicidad.