La culpa no es del chancho

Emerensiano Sena, Marcela Acuña, Gustavo Obregón y Fabiana González, una de las propuestas electorales el oficialismo en las Paso de hoy.

Por Darío Zarco |

“Ni en pedo. A mí no me agarran más. El 10 de diciembre termino mi mandado y no me ven más el pelo en el Chaco”, me respondió Jorge Capitanich en el arranque de 2007 cuando le pregunté si sería candidato a gobernador por tercera vez.

En ese momento una encuesta lo consideraba el único peronista que medía algo: 12 puntos; Peppo y Leiva venía atrás con 7 y 5. Y su delfín: cero.

Terminaba el tercer gobierno radical. Una protesta social de amplio espectro ocupaba todo el ancho de la calle y las pancartas de un lado pedían comida, y del otro “justicia independiente”.

El clima fue un germinador propicio para el antirozismo, una empresa que terminó finalmente en manos de la oposición.

Capitanich se entusiasmó pero no se tenía fe y no lo disimuló: fue como candidato a gobernador y senador en la misma boleta.

Ganó por algo más de mil votos. Automáticamente el abanico de acreedores de esos votos se abrió de par en par. Desde el PRO-Recrear, radicales K, exaliados del radicalismo y dirigentes desahuciados por el rozismo, pasando por el peronismo y partidos chicos de la transversalidad kirchnerista, hasta los movimientos piqueteros, reclamaron sendos créditos.

La oposición se había vuelto oficialismo de la noche a la mañana y se suponía que el nuevo gobierno nos deparaba lo mejor. Pero la protesta social nunca amaneció.

La calle sembrada y abonada de bronca contra el gobierno se convirtió en un campo minado que Capitanich no desactivó, porque no supo, no pudo, no era oportuno o no le convenía. Y los piquetes apuntados a Rozas terminaron apuntándole a él.

Asumió y tras cartón debutó como gobernador subido a un banco de la plaza prometiendo chapas y mercadería a un grupo de piqueteros.

Entonces eran sólo un puñado de movimientos y dirigentes que comenzaron a recibir las chapas dobladas con forma de Toyota Hilux, llave en mano, como aquella vez que debió dejar la camioneta de la Gobernación en un piquete en la ruta 16 y seguir a pie, una de las anécdotas preferidas del exvicegobernador Juan Carlos Bacileff Ivanoff.

Un par de semanas atrás, Capitanich dijo que sólo en Resistencia hay 600 movimientos, asociaciones, fundaciones, ONG, cooperativas, entre otros eufemismos para esquivar decir piqueteros. Y para arrancar la campaña, firmó convenio con 120, prometiendo dinero, terrenos, herramientas y camiones, pensando en el horizonte inmediato de las Paso de este domingo.

Pero lo que se da ya no alcanza para todos. 480 convenios quedaron en el tintero para las generales y una eventual segunda vuelta.

Hoy fue a votar indignado por la indignación de la gente por la desaparición y femicidio de Cecilia Strzyzowski por el que está preso su piquetero insignia: Emerenciano Sena, la mujer de éste: Marcela Acuña, y el hijo de ambos: César Sena, más su pareja de edecanes: Fabiana González y Gustavo Obregón, y la pareja de puesteros de una de sus chancherías: Gustavo Melgarejo y Griselda Reinoso.

Mientras los peritos se entierran hasta el cogote en el chiquero buscando los restos de Cecilia, él intenta insistente pero infructuosamente lavarse las manos.

Pero como bien criado en el campo sabe que “chancho limpio nunca engorda”, por eso sólo este año su gestión transfirió a la Fundación de Sena y Acuña 141 millones de pesos a través de convenios varios tendientes a consolidar una de sus usinas electorales: el Movimiento Emerenciano.

Y él mismo contó hoy que Emerenciano “no es el único, porque todas las organizaciones reciben el mismo apoyo del Gobierno”, y llamó “política de Estado para combatir la pobreza” al financiamiento de estas organizaciones a las que agradeció la generación de empleo e inclusión social.

Según sus cálculos, hay 5 mil movimientos en toda la provincia. Entonces, aritméticamente: 5.000 x 141.000.000 = 705.000.000.000 en 5 meses. Si hubiera repartido ese dinero casa por casa, le hubiera correspondido 1.122.432 pesos a cada uno de los 628.100 chaqueños pobres, sólo en los últimos 5 meses.

Cuando Capitanich asumió su primer mandato la pobreza en Chaco medida por el Indec había cruzado el 40%. Ahora, a meses de terminar el tercero, supera el 55.

Evidentemente, la puerta de salida de la pobreza está del otro lado.

Se dice: La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer.