Por Darío Zarco |
“Descentralización y autonomía en las decisiones, presupuesto propio vinculado a los ingresos efectivos de los vouchers aportados por los alumnos”, así imagina la escuela (por ahora) pública un ultraliberal bien derechoso que se precie de tal, como Javier Milei, el líder de Libertad Avanza, y candidato presidencial que podría ser una sorpresa electoral que a esta altura ya no sorprendería a nadie.
Milei cree que el Estado en vez de mantener las escuelas debería financiar el sistema educativo a través de vouchers pagados a los alumnos para que estos elijan a qué escuela ir. Cree que las escuelas, públicas y privadas competirían por los vouchers y eso elevaría la calidad académica.
Los defensores de la escuela pública encendieron todas las alarmas al ver detrás de su idea un plan privatizador.
Pero Milei no es auténtico.
La frase de los vouchers es del gobernador de Chaco: Jorge Milton Capitanich. Corresponde al capítulo: ”La nueva organización del sistema educativo provincial”, de La Sumergida, el libro que escribió durante la década menemista, desde lo más profundo de su corazón, y que dedicó a su esposa de entonces: Sandra Marcela, y a sus hijas María Guillermina y Jorgelina Ema.
Sus adláteres, como el diputado nacional Juan Manuel Pedrini, oportunamente, definieron La Sumergida como un “pecado de juventud” de Coqui.
Pero ya no es tan joven y sigue pecando. La “descentralización” del grueso de los sistemas de salud, seguridad y educación sigue vigente, implementada mediante el método de la rana hervida, a la espera del formato legal.
El plan que habla de “servicio educativo” consiste en transferir las escuelas a las municipalidades, fundaciones o comisiones de fomento o algún tipo de ONG que definan una oferta académica, designen autoridades y contraten personal.
Si fuera necesario, el Estado asignaría recursos pero de manera directamente proporcional a la calificación obtenida por cada escuela en evaluaciones del rendimiento de alumnos y docentes. Premios y castigos. Meritocracia.
Si sus resultados no fueran satisfactorios, el director administrativo podría despedir al maestro para contratar un empleado mejor. Y los alumnos más aplicados recibirían un voucher mayor para invertir en su educación en la misma escuela o en cualquier otra.
Milei también plantea tachar la obligatoriedad en todos los niveles de educación, algo que en Chaco ya está vigente desde la eliminación de las inasistencias, las evaluaciones, las calificaciones y la repitencia. Otra vez copió.
Nobleza obliga: Milei no es el único copión. La idea original no es autoría de Capitanich sino de los cerebros neoliberales más recalcitrantes a nivel global. Los países que la implementaron no tienen muchos resultados para mostrar.
El voucher educativo, como otras formas de arancelamiento, revoloteó Argentina durante la presidencia de Carlos Menem, de la que el Gobernador chaqueño fue funcionario. Y hoy vuelve de la mano del “león”.
Discurso de león, ideas de león, peluca de león…