Marcela Acuña desde la cárcel: El casamiento es una institución de la burguesía

Marcela Acuña definió el casamiento como una "institución de la burguesía" y le restó importancia a la boda entre César y Cecilia. Atrás quedó su casamiento con Emerenciano con el gobernador Capitanich como padrino.

Marcela Acuña habló desde la cárcel tras la primera audiencia del juicio por el femicidio de Cecilia Strzyzowski, en el que ella está imputada de partícipe primario, al igual que su esposo, el dirigente social Emerenciano Sena, y el hijo de ambos: César, es considerado el principal responsable. Además, 4 colaboradores de la familia están enjuiciados por encubrimiento.

Entrevistada por Infobae, pidió disculpas a Gloria Romero, la madre de Cecilia, por el dolor que está atravesando, y dijo que, como madre, comprende todo lo que diga y sienta hacia ella, pero negó cualquier imputación: “Yo no cometí ningún crimen, y creo que mi familia tampoco”, dijo, pero insinuó reiteradamente la responsabilidad de su hijo: “No sé qué pasó con César”.

El Equipo Fiscal Especial entiende que Marcela y Emerenciano veían que la relación de Cecilia con su hijo ponía en riesgo su poder político y económico, y decidieron eliminarla. Ella dijo que el alegado del fiscal Martín Bogado estuvo plagado de mentiras y aseguró que no sentía odio hacia Cecilia porque ni siquiera llegó a conocerla.

Según relató, tomaron alguna vez “un par de mates” y compartieron la fiesta de recepción de César, cuando éste terminó la secundaria y eran novios. Y un par de días antes de la muerte de Cecilia los había visto un rato y advirtió que “había algo que no estaba bien”.

Publicaciones en las redes sociales complementan el recuerdo de Marcela y demuestran que tuvo más contactos con Cecilia. No obstante, ni ella ni Emerenciano asistieron al casamiento en septiembre de 2022. Ella dijo que se enteró después y le preguntó a César el porqué de la decisión si ni siquiera conocía a “esa chica”.

Hasta ahí, consideraba que Cecilia era “una chica más, de tantas” de las que podrían relacionarse con un chico de 17 o 18 años, que “un día puede estar con una chica y al otro día con un chico”, pero reconoció que siempre le llamó la atención que ella fuera mayor que él.

4 días después de casarse, César y Cecilia iniciaron los trámites de divorcio. Marcela negó haber presionado para que eso ocurra: “Fue cosa de ellos”, dijo, y agregó que “de todos modos siguieron juntos”.

No obstante, le quitó importancia al casamiento que los fiscales consideran un hecho de suma trascendencia al desentrañar el móvil del crimen: “El casamiento es una institución de la burguesía, a mí me da lo mismo un papel que otro”, dijo. Paradójicamente, ella y Emerenciano se casaron, cuando César, al que llamaban “Cascotito”, era un niño, y hubo fiesta.

Su boda trascendió mucho más allá del ámbito familiar porque el novio era el dirigente social de mayor peso en la provincia, pero fundamentalmente porque el padrino fue nada más y nada menos que el entonces gobernador Jorge Capitanich.

Y haciendo una especia de mea culpa, insistió en diferenciarse de “la burguesía”, definiéndose como “dirigente social” que estaba todos los días en los barrios, lo que quizás la llevó a “descuidar” a César, al punto de ignorar muchas cosas de él, como que durante su relación con Cecilia ambos recibían tratamiento psiquiátrico.

“No sé qué pasó con él”, reiteró, y dijo que “no es un asesino”, pero aclaró: “Con esto no quiero decir que sea inocente”.