Una torta enorme que se volvió cupcake

El exgobernador Jorge Capitanich busca un lugar en el debate para de candidatos a diputados provinciales.

Por Darío Zarco |

Durante 16 años Jorge Capitanich armó sus listas con el dedo poderoso del que parte y reparte a su antojo una torta enorme. La última vez la engulló prácticamente solo, calculó mal, perdió y ahora pretendió infructuosamente saciar a todos con un cupcake.

Un tip: cuando la torta es chica todavía se puede salvar la foto montándola sobre 2 o 3 pisos de utilería. Pero su voracidad no le dio tiempo a disimular y otra vez se lanzó goloso sobre la mejor parte: se puso primero en la fila, un claro indicio de que el tamaño de la torta es proporcional al poder.

Personalista, creyó que su candidatura haría volar el escenario electoral, pero ni propios ni extraños se comieron el amague: sabían de antemano que sería testimonial. No obstante, él describe que “bajar” a diputado provincial es un gesto patriótico que sólo es factible por su inconmensurable humildad.

Todavía no movió la aguja. El segundo objetivo es llegar al debate preelectoral. Cree ser el único capaz de defender el “proyecto” o que nadie puede hacerlo mejor que él. Pero su sed de vengar la caída en la primera vuelta de 2023 puede jugarle otra mala pasada. Los antecedentes no lo avalan como jugadorazo en el atril.

Fue antológico aquel debate, justamente, con Leandro Zdero en la carrera por la intendencia de Resistencia en 2015, con Julio Wajcman como moderador. Fue relajado a pasarlo por arriba pero su aplanadora no arrancó. Se esperaba que arrasara en las urnas pero ganó con lo justo, un resultado atribuido a lo malparado que salió de La Radio.

Tuvo revancha en 2023, como candidato a gobernador, otra vez lo traicionó la soberbia de creerse de otro planeta. Entre otros tropiezos, en vivo, se escondió en la memoria de su madre cuando le chantaron la afiliación trucha de ésta al Insssep, en los primeros días de su primer gobierno, para costear tratamientos en Buenos Aires, avión sanitario incluído, olvidándose que en su momento confesó la irregularidad y prometió devolver peso por peso. “Madre: perdona a estos hombres malos”, improvisó una sesión de espiritismo mirando al cielorraso, imputando a sus contrincantes: el radical Zdero y el peronista Gustavo Martínez.

En esta oportunidad logró congeniar a última hora con Gustavo, al que siempre llamó traidor y lleva casi 2 años endosándole su derrota.

“Coqui + Gustavo” dio como resultado Élida Cuesta y Ricardo Sánchez, candidatos a diputados de la mitad del cupcake hacia abajo. En los papales, Chaco Merece Más tiene que reventar las urnas para que Eli vuelva a la Legislatura. Pero decantando un par de candidaturas virtuales le basta y sobra una derrota medianamente digna. Al final la porción se vuelve generosa.

Pero el balance positivo de Gustavo es la quiebra para los sectores coquistas recalcitrantemente antigustavistas, empezando por el propio Coqui. Con la aceptación de cargos firmaron la tregua, un alto el fuego amigo hasta el 11 de mayo a las 18 en punto.

Aritméticamente, votar a Coqui es votar a Gustavo. Así, para los que no quieran tragar el sapo, será una misión imposible encontrar en el cuarto oscuro una boleta que los represente.

Los peronistas tienen Plan B. Los intendentes y diputados que esperaban sentados que Capitanich llamara a internas desde Europa, van por afuera con lista propia: el frente Primero Chaco, encabezada por Atlanto Honcheruk, paradójicamente, el jefe de la bancada del coquista Frente Chaqueño.

Definitivamente, la tortita no alcanzó ni para la familia.