Muchos mitos se alimentaron en torno al poder de las Topper blancas de Domingo Peppo, su arma secreta que le permitió torcerle el brazo al entonces todopoderoso Jorge Capitanich y arrebatarle la candidatura a gobernador en 2015, un saco que tenían reservado para un coquista de pedigrí.
La gestión de Mingo comenzó con una exposición en el Museo del Partido Justicialista, donde, entre otros íconos, se exhibieron las Topper que habían dejado huellas a lo largo y ancho de la provincia en la carrera hacia la Casa de Gobierno.
Pero no todo lo que brilla es oro: la feligresía peronista veneró por años unas zapas cualunques. Las auténticas fueron chafadas por un fanático que dejó las suyas en su lugar, que se lucieron hasta que la vuelta del coquismo las condenó al ostracismo.
Y cuando parecía que todo había quedado en el olvido, las Topper con la firma del exgobernador aparecieron en Marketplace. Los investigadores simularon interés y lograron ponerse cara a cara con el vendedor: un albañil capachero del barrio Ucal, de Barranqueras, que se autopercibía coleccionista y alegó desconocer cómo fueron a parar a sus pies.
El fiscal declaró la causa prescripta por el paso del tiempo, y ordenó hacer la vista gorda, pero como las vio muy raídas, pidió a los policías que hicieran una vaca para comprarle al tenedor un par nuevo o al menos un pomito de École.