Un hombre perdió su billetera en la que guardaba, entre otras cosas, una tarjeta de crédito.
El extravío fue denunciado en una comisaría pero no encontró eco inmediato en el banco emisor de la tarjeta.
Poco después comenzó a recibir notificaciones de compras efectuadas con la tarjeta después de haberla perdido, por lo que insistió ante el banco con el mismo resultado.
Sin más alternativas, acudió a las oficinas de Defensa del Consumidor donde se inició un expediente y se logró frenar el raid del compulsivo comprador.
Mientras buscaba inhabilitar la tarjeta, el tenedor del plástico recorrió 48 comercios, de los más variados rubros, generándole al titular una deuda superior a los 4 millones de pesos.
Ahora indagan en las grabaciones de algunos de los comercios visitados por las personas que utilizó la tarjeta, para tratar de identificarla.
Lo más llamativo y alarmante es que ninguno de los vendedores solicitó identificación al comprador que no tenía manera de acreditar ser el titular.