Caso Cecilia: Marcela Acuña pide jueces valientes que reconozcan su inocencia y la de Emerenciano

Marcela Acuña, iinsiste en proclamar su inocencia. En una nueva carta volvió a responsabilizar a su hijo César por el asesinato de Cecilia.

La dirigente social Marcela Acuña, detenida en la causa que investiga el asesinato de su nuera: Cecilia Strzyzowski, imputada por homicidio calificado por premeditación y la participación de 2 o más personas, volvió a proclamar su inocencia y la de su esposo: Emerenciano Sena, que se encuentra en igual situación.

Para el equipo fiscal especial que entiende en el caso, ambos son coautores del crimen, junto a su hijo César, pareja de Cecilia, imputado por homicidio triplemente agravado por premeditación, la participación de 2 o más personas y por darse en contexto de violencia de género.

En una misiva anterior, Marcela había declarado abiertamente que Cecilia fue asesinada por César, y que ella encubrió el crimen para proteger a su hijo. Y en ese marco, aseveró que Emerenciano ignoraba completamente la situación, y le pidió disculpas por eso, admitiendo que “todo salió mal”.

En la última carta jura que ni ella ni Emerenciano tiene “las manos manchadas con sangre”, y que nunca cometieron crimen alguno. Por lo tanto no entiende la imputación que los mantiene con prisión preventiva, y reclama la liberación de su marido.

En este marco, volvió a cargar contra sectores políticos, principalmente del radicalismo, y los medios hegemónicos nacionales y algunos detractores locales, por “criminalizar” y “estigmatizar” la figura de Emerenciano “por lo que significa para la gente pobre”, después de haberles enseñado a luchar por sus derechos. Y lo comparó con Milagro Sala, la dirigente social jujeña, condenada por corrupción.

Para Marcela, Milagro y Emerenciano son víctimas del “poder real”, que los transformó en blanco por haber construido para “los de abajo”. “Sólo cambia el adjetivo: Milagro es chorra, y Emereciano es asesino”, volvió a comparar, pero aseguró que ninguno de los 2 cometió los delitos que se le endilgan.

Al final de la extensa carta, expresa su esperanza de que exista “fiscales y jueces valientes, que hagan historia, y actúen conforme a derecho”, lo que, según su entender, se asocia indefectiblemente con su liberación y la de su marido.