

Marcela Acuña declaró este miércoles ante el jurado popular en el juicio que enfrenta por el femicidio de su nuera Cecilia Strzyzowski, en el que está imputado de partícipe primario, al igual que su marido el dirigente piquetero Emerenciano Sena, y el hijo de ambos: César Sena, está acusado de autor. Además están imputados por encubrimiento agravado 2 parejas de colaboradores de la familia: Gustavo Obregón y FFabiana González, y Gustavo Melgarejo y Griselda Reynoso.
En el inicio de su exposición se definió como una presa política al señalar: “Este gobierno me tiene presa”. Después relató que ese 2 de junio de 2023, buscando ropa para asegurarle trabajo a la mujer que había ido a planchar, encontró “un bulto” en una de las habitaciones de la planta baja de la casa de la calle Santa María de Oro 1460, y huyó aterrorizada con Emerenciano, que la esperaba para continuar sus actividades políticas, pero sin mencionarle nada al respecto.
Ya en el trayecto le envió un mensaje a Obregón instruyéndole que dejara todo y se dirigiera a la vivienda para verificar lo que había visto y resolver “el problema”. Y éste le confirmó poco después que se trataba de “un cuerpo”.
Con la asistencia de su defensora, aseveró que jamás le confirmó a Obregón de qué se trataba ni le dio instrucciones sobre cómo “sacarse de encima eso”, y que hacía mención a “un problema”, no a “un cuerpo”.
También instruyó a Gonzalez ir a la casa a colaborar, pero si órdenes precisas.
A ambos pidió “que Emerenciano no se entere” y durante el resto de la jornada mantuvo comunicación permanente con ellos sobre esa cuestión.
Dijo que prefirió no hablar con Emerenciano de lo que encontró en la habitación porque éste, si se enteraba lo que había hecho César, por sus valores, seguramente llamaría a la Policía y César terminaría preso. Así incurría en una de las tantas contradicciones, dando por sentado que había ocurrido un hecho delictivo, aunque sólo había visto “un bulto”.
Me gustaba
Marcela negó cualquier animadversión hacia Cecilia: “¿Cómo la voy a odiar si apenas la conocía?”, planteó. Y, muy por el contrario, aseveró: “Me gustaba”, porque como era “una chica mayor que él”, podía ayudarlo a mantenerse al margen de las drogas y otras riesgos a los que entiende que están expuestos los jóvenes.
Casamiento secreto
El casamiento de César y Cecilia, del que ella se había enterado por las redes sociales, y después el divorcio iniciado 4 días después, dijo que fue “lo primero” que le ocultó a Emerenciano. Y al fundamentar, dijo que temía que éste, por su visión del matrimonio distinta a la suya, terminara aceptándolo.
A pesar de admitir su rechazo, negó haber exigido a César que se divorciara, aunque pagó los honorarios de los abogados para concretarlo, y desde el primer momento le remarcó que si se había casado debía abandonar la casa.
La estrategia
Volviendo al 2 de junio, respondiendo a preguntas de su defensora, dijo que sería incapaz de causarle daño a “esa chica” ni a nadie. Y sobre su rol en el crimen, acotó su responsabilidad: “Actué mal, pero lo hice para proteger a mi hijo”.
Paralelamente, insistía en que Emerenciano ignoraba todo lo ocurrido.
Para completar, añadió que César estaba bajo tratamiento psicológico con “una psicóloga muy reconocida”. Según dijo, la profesional la alertó: “Tu hijo está en alerta roja”, y le recomendó que hablara con él. Y a esto agregó: “Yo desconocía que César y Cecilia estaban en tratamiento psiquiátrico”.
Así, dejó a la luz lo que parece ser la estrategia conjunta de las defensas de los 3 integrantes de la familia que se evidencia desde el inicio del proceso: buscar la declaración de no culpabilidad de Emerenciano, ser declarada culpable de encubrimiento, lo que por su condición de madre resulta inimputable, y cargar la responsabilidad exclusivamente en César, apuntando a su inimputabilidad por cuestiones psiquiátricas.






