

El juicio por la muerte de Diego Armando Maradona fue anulado tras la recusación de la jueza Julieta Makintach, que fue sorprendida protagonizando un documental que se rodaba en la audiencia y en dependencias judiciales con su autorización y a escondidas.
Los jueces Maximiliano Savarino y Verónica Di Tommaso, que también integran el tribunal dedicaron buena parte de la audiencia de este jueves para detallar los motivos de fondo que llevaron a foja cero el debate señalando a su colega como única responsable del colapso del proceso.
Para los magistrados, Makintach no sólo actuó con parcialidad, sino que incurrió en una conducta incompatible con el rol judicial, al involucrarse personalmente en un proyecto documental sobre el caso en pleno desarrollo del juicio.
Según Savarino, fue determinante la incorporación de pruebas que daban cuenta de la participación de la jueza en un tráiler y en un guion vinculados a los hechos bajo análisis, lo que evidenciaba un interés propio en el resultado del proceso.
En el guión del documental, ya se interpretaba un fallo condenatorio como argumento de los capítulos finales.
“No intervino de modo imparcial en el desarrollo del debate”, sentenció Savarino desde el estrado. De inmediato, advirtió que su accionar causó un perjuicio doble: tanto a las partes acusadoras como a las defensas, y que la conducta de Makintach también perjudicó a sus propios colegas del tribunal, quienes debieron salir públicamente a aclarar que no tenían ninguna vinculación con el documental en cuestión.
“Nos remitimos a las explicaciones dadas en extenso en la audiencia anterior”, aclaró el magistrado, y subrayó que ni él ni Di Tommaso tenían relación alguna con la producción audiovisual.
En su exposición, Savarino fue categórico: la jueza incurrió en una falta de objetividad que socavó la naturaleza colegiada del tribunal. “La intervención de la Dra. Makintach determina la nulidad del debate, ya que integró un órgano colegiado con falta de objetividad e interés en el resultado del expediente”, afirmó.
En tono reflexivo, el juez hizo alusión al funcionamiento interno y citó a doctrinarios que sostienen que en tribunales pluripersonales se espera una deliberación basada en el diálogo, acuerdos y razones comunes. Nada de eso, remarcó, ocurrió con Makintach. Según sus palabras, hubo “múltiples discusiones” y “cuartos intermedios” que alteraron el normal desarrollo del juicio, fruto del proceder de la magistrada.
Di Tommaso, por su parte, se expresó en la misma línea, aunque con una carga emocional más marcada. Si bien reconoció públicamente la labor de fiscales y abogados durante el juicio, no dudó en señalar que “lamentablemente, quien hoy no se encuentra en el estrado no tenía las mismas intenciones”.
La jueza sostuvo que tanto ella como su colega habían estado “a la altura de las circunstancias” frente a un juicio que, por su repercusión pública, requería especial cuidado. “Una persona se equivocó y pagó”, dijo. Y añadió: “Está pagando y seguramente tendrá que seguir dando explicaciones en el lugar que corresponda. Pero no es la justicia. La justicia no se mancha”, parafraseó.






