

Johana Romero, de 30 años, desapareció el 21 de mayo de 2024 después de salir de la casa de su madre por un rato.
Fue intensamente buscada hasta que finalmente fue hallada muerta el 1 de junio: había sido descuartizada y sus restos arrojados en bolsas de residuos a una laguna de Villa Seitor, en Resistencia, muy cerca de la casa de su pareja: Mario Rafael Barrientos.
Las cámaras de seguridad de la zona captaron al mismo Barrientos, de 42 años, arrojando las bolsas al agua. Además, los peritos detectaron restos de sangre en varias dependencias de su casa, que él trató de ocultar pintando las paredes.
Inmediatamente se ordenó su detención. Estuvo varios días prófugo, hasta que efectivos de la Policía de Corrientes lo encontraron deambulando en inmediaciones del Parque Mitre, en la capital correntina. Había intentado suicidarse cortándose las venas.
En el proceso, su estrategia se basó en negar la relación que mantenía con Johana, para evitar la imputación de femicidio. Pero este jueves, en un juicio abreviado en la Cámara Primera en lo Criminal, admitió los cargos y la jueza Natalia Kuray lo condenó a prisión perpetua.
El acto se celebró con la participación del fiscal Sergio Cáceres Olivera, el abogado Pablo Vianello, representante de la querella, y la defensora oficial Yamila Baldovino, que veló por los intereses de Barrientos.