Rodolfo Tévez, de 75 años, fue asesinado en su casa del barrio Obrero de Corzuela, de una certera puñalada que le cortó la arteria carótida.
No verlo realizar su rutina por varios días llamó la atención de un vecino que decidió llamar a su puerta pero no obtuvo respuesta, pero advirtió olor nauseabundo a través de una ventana y al asomarse lo vio muerto, tendido en el piso.
Una comisión policial acudió al lugar y se inició la investigación del hecho con intervención de divisiones de Charata, Villa Ángela y Presidencia Roque Sáenz Peña.
En la escena, por el tipo de herida que había sufrido, había un gran charco de sangre que el agresor había pisado dejando huellas en varios puntos de la vivienda y al retirarse llevándose su celular y otras pertenencias.
En un informe preliminar los forenses estimaron que la muerte databa de unos 3 días.
Con este dato los investigadores indagaron en las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona y divisaron a varias personas a las que decidieron convocar como testigos, entre ellas a una joven de 18 años.
Ésta fue hallada por la Policía la noche del martes en inmediaciones del lugar del crimen y trasladada a la Comisaría a prestar declaración.
En ese acto observaron que calzaba un par de ojotas con manchas que, aparentemente, serían de sangre. De inmediato se secuestraron las ojotas y se comprobó que coincidían con las huellas relevadas en la escena. También incautaron la campera rompeviento que llevaba en ese momento, que también presentaba manchas.
Informada la Fiscalía de esta situación, ordenó la detención de la joven identificada como Beatriz Trinidad Oviedo.
Horas después, una mujer de 37 años acudió a la comisaría e hizo entrega de un teléfono celular que habría sido robado a la víctima y que, al ser rastreado, describió los movimientos declarados por la sospechosa.
