Por Darío Zarco |
Recientemente se cumplió un año de aquel día en el que Capitanich chocó de frente contra su ego. Una tragedia que enlutó al peronismo chaqueño.
¿Qué pasó? Habituado a armar y desamar listas a su medida durante 16 años, había decidido subir aún más la vara imprimiendo la boleta con candidatos de probeta que dependían de él, para mudarlos de la Casa de Gobierno a la Legislatura y que sigan dependiendo.
El plan era sencillo: ganar una elección más, como tantas otras, y hacerse fácilmente de 2 de los 3 poderes del Estado. Pero perdió. Se creía dueño de un culo intocable y caer en la cuenta de que en realidad era común y corriente, un culo más del montón, no lo tenía en mente.
Dejó el poder un día antes y desapareció. Volvió en sí casi un año después visiblemente afectado por el síndrome de abstinencia de poder. Al verlo, sus partidarios lo reconocieron y le reclamaron autocrítica, pero era mucho pedir.
Algunos de sus diputados ya habían hecho buenas migas con el oficialismo y los otros estaban a full copiando y pegando a rolete proyectos de resolución sin gollete, fuertemente inspirados en las efemérides y el santoral.
Por eso se enteraron un mes tarde del proyecto de declaración de emergencia energética e hídrica planteado por el gobernador Leandro Zdero, más la toma de un crédito de 150 millones de dólares para paliar la contingencia que se avizora inclemente.
Sólo hablar de emergencia es un agravio para quien se autopercibe como el mejor gobernador habido y por haber, artífice de la mayor inversión en infraestructura de la historia de la provincia, el que solito hizo en un ratito todo más y mejor que todos los otros juntos en muchísimo tiempo.
Pero ¿por qué no hay agua potable y energía eléctrica?
Fuera de training, se apuró a tirarse delante del crédito y recién a última hora se le ocurrió negar la crisis en infraestructura. Tarde: sus diputados ya la habían admitido rotundamente, y también habían propuesto pedir plata prestada para tapar los agujeros que él dejó.
Con la noche encima, les estampó el sello del PJ y los intimó a rechazar cualquier cosa oficialista bajo apercibimiento de aplicar severas sanciones a quienes osen lo contrario.
Pero su prédica no cuajó. A la hora de votar, sólo 8 de los 14 destinatarios acataron el ultimátum: 6 justicialistas y 2 aliados.
El presidente del interbloque Frente Chaqueño: el exdiputado nacional y exintendente Atlanto Honcheruk, persistente potencial candidato a gobernador y a presidente del PJ, y el presidente del bloque Justicialista: Nicolás Slimel, expusieron encendidos discursos, muy calientes, pero insistieron en la necesidad de remover cielo y tierra buscando el consenso hasta encontrarlo. A ojo de buen cubero: pedían por favor alguna coartada para aprobar el crédito sin exponer tan abiertamente su metamorfosis, lo que quedó bien claro cuando, en la precisa, se entibiaron y declararon neutrales.
Otros 2 votos justicialistas se alejaron de Capitanich por la avenida del medio: el del exfuncionario provincial Rubén Guillón, hombre del diputado nacional Aldo Leiva, un opositor de pedigrí; y Josefina González.
El histórico dirigente peronista, exdiputado nacional y expresidente del PJ: Juan Carlos Ayala, que aprovechó para dejar en claro que Capitanich había ordenado rechazar el proyecto, y Juan José Bergia, del Nuevo Espacio de Participación, ambos del Frente Chaqueño, directamente se pararon en la vereda del Gobernador.
Y en el entorno inmediato del peronismo Zdero ganó 2 a 1: Darío Bacileff Ivanoff, del Frente Integrador de su padre Juan Carlos Bacileff Ivanoff, rechazó el proyecto, pero Andrea Charole y Gricelda Ojeda, de la Corriente de Expresión Renovada, que lidera Gustavo Martínez, votaron a favor.
Sumados los 15 propios, la cuenta cerró 19-9-4.
Los 2 a la final
Ambos bandos plantearon la cuestión de tal manera que sólo uno podría tener razón.
Ingenuamente, el oficialismo pidió 150 millones de dólares para afrontar la emergencia energética e hídrica por el déficit de infraestructura: sin luz por no contar con los generadores suficientes, y sin agua por el interminable Segundo Acueducto del Interior.
La oposición, también ingenuamente, firmó la DDJJ de emergencia. Pero se opuso a la toma de crédito porque el monto era exagerado, porque en dólares la tasa de interés sería muy alta, y porque sospechaba que los fondos no irían a obras sino a la campaña electoral.
Paradójicamente, sus posturas antagónicas tenían un punto de intersección que los fundiría en un abrazo: el Gobierno debió pedir 300 millones de dólares para cancelar la boleta de luz que dejó Capitanich en Cammesa, y ahorrarse las cuotas del plan de pago para destinarlas a la emergencia. Y la oposición no podría oponerse: el monto y la finalidad estarían cantados y el crédito, en ese caso, sería una vez más para Capitanich, por lo que éste, siguiendo su lógica de liderazgo partidario, ordenaría aprobarlo.
Restaría saber por qué una gestión tan exitosa como la suya dejó semejante choclo de luz.
Sus diputados, entre ellos su exministro de Planficación, Economía e Infraestructura, tienen la respuesta: se gastó la plata en campañas.
A lo Pirro
El coquismo celebró como un triunfo el rechazo del crédito para mitigar la falta de luz y de agua. Pero la emergencia de Capitanich no es energética ni hídrica, sino política.
Tuvo una victoria pírrica. Entró al poroteo con 14 diputados y salió con 8, entre quienes desertaron y los que directamente decidieron enfrentarlo. Su peso específico apenas movió la aguja en una bancada que ocupa medio recinto. Y afuera se cruzó con sus principales intendentes: Magda Ayala, de Barranqueras, Pío Sander, de Juan José Castellli y Rafael Carrara, de Corzuela, entre otros, yendo en sentido contrario.
Zdero, que le ganó la carrera por la gobernación en la primera vuelta, ahora le metió la minoría en la mismísima interna peronista.