“A cara de perro”, así definió el dirigente peronista Roberto Benítez a un grupo de fiscales la estrategia del frente oficialista Unión por la Patria para enfrentar las elecciones de nacionales de este domingo.
Pero lo que parecía una arenga para una contienda épica, resultó ser apenas una de las tantas típicas tretas, más precisamente la más antiguas y antidemocráticas.
“Trabajen en hacer desaparecer las boletas de Milei”, precisó, Benítez, un hombre de la democracia, de larga trayectoria política y en la función pública: administrador del Puerto Barranqueras, exconcejal, excandidato a intendente, que el pasado 17 de septiembre fue electo presidente del Concejo Municipal de esa ciudad.
La ingeniosa idea de “desaparecer boletas” busca sacar provecho de la escasez de fiscales del candidato libertario que les impide reponerlas. Y el paso siguiente es presionar a las autoridades de mesa para que la votación siga adelante a pesar del faltante.
Esto, ignorando que la responsabilidad de presentar boletas de todos los candidatos en el cuarto oscuro es de las autoridades y no de los fiscales de los partidos. Un problema que tiene una solución sencilla: disponer sólo una boleta por candidato antes del ingreso de cada elector.
Pero, además, es una ingenuidad creer que el robo de los votos de La Libertad Avanza beneficiaría a Unión por la Patria, porque es improbable que alguien que ingrese a votar a Milei salga votando a Massa. La lógica dice que el plan B de estos electores sería Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio, que tiene unos cuantos fiscales más, y se convertiría en la beneficiaria de un favor impensado.
La idea parece haberle caído bien a la mayoría de los presentes, que la aplaudió. Les gustó tanto que la viralizaron en vez de, como se estila en estos casos para guardar la aparente corrección política, mantenerla entre 4 paredes.