Violencia de género en Chaco: no hay botones antipánico y la Justicia no da abasto

El fiscal especializado en violencia de género: Sergio Cáceres Olivera, dijo que no hay botones antipánico suficientes para atender la demanda de las víctimas.

El amanecer del último domingo Betiana Calvo, de 38 años, salía de su casa en Villa Centenario, en Resitencia, rumbo a su lugar de trabajo, cuando fue abordada por su expareja Agustín Sánchez, de 42, que la acribilló dentro del auto e inmediatamente se suicidó.

Ella era técnica bioquímica en el hospital Pediátrico Avelino Castelán, y él prestaba servicios en una base del Ejército Argentino en Entre Ríos. Tenían un hijo de 5 años en común.

El 30 de marzo Betiana lo había denunciado por violencia de género ante la Comisaría Tercera, y en el trámite judicial de la causa había solicitado la provisión de un botón antipánico que nunca llegó.

Este lunes él debía comparecer luego de confirmarse su paradero en Entre Ríos. Se cree que tras ser notificado de la denuncia en su contra viajó a Resistencia para asesinarla. Desde varias horas antes merodeaba la zona, se ocultó y aguardó el momento en que ella salió de la casa de José Mármol y avenida San Martín.

El fiscal en Violencia de Género: Sergio Cáceres Olivera dijo que es muy difícil atender la demanda de las víctimas que requieren botones antipánico porque no hay dispositivos disponibles, ya que cada equipo fiscal recibe unas mil denuncias por año, más las causas que están en curso, y la mayoría de las denunciantes solicitan este tipo de asistencia.

Peo no sólo escasean los recursos tecnológicos, sino también los humanos.

“Es imposible responder a todas las víctimas con la velocidad que necesitan. Se hace todo lo humanamente posible y tratamos de darle una solución”, describió, y agregó: “Es muy difícil determinar si en este caso se actuó rápido o lento, pero se hace lo mejor posible con lo que tenemos a disposición”.

Y aunque destacó que desde la creación de la fiscalía especial hubo casos que llegaron a juicio incluso en 6 meses, es prácticamente imposible imprimirle la misma celeridad al enorme cúmulo de expedientes.